martes, 12 de junio de 2012

Expomanga y otras cosas

Cierto es que apenas actualizo. Pero también es cierto que salvo mi hermano y bloguero menos ocasional que yo, tampoco es que reciba un exceso de visitas que me haga sentir excesivamente culpable por dejar de atender a mis lectores habituales (si los hay, salvo etc.)

De todos modos, un Expomanga -y ya hemos superado la decena- más ha pasado y da la impresión que el evento pudiera seguir adelante, aunque sea con menos tiendas y su entrañable caos organizativo. Bueno, igual no tan entrañable.


Qué queréis, a mí me sigue pareciendo autobombo, como poco.

Precisamente, si este blog fuera más seguido (culpa mía, que le doy más importancia al "cara libro"), igual rajaría a lo largo y ancho sobre la organización, el público, los invitados, los premios, la organización... ¿he repetido organización? Da igual. Pero me dan acreditaciones todos los años, así que tampoco voy a morder la mano que me da de comer... acreditaciones.

No obstante, este año, aparte de ver a viejos amigos, otros no tan viejos, acudir a mesas redondas, hacer de jurado, no sacar fotos (otro defecto, como el de no actualizar el blog), también me dio tiempo a acudir a un concurso de monólogos frikis, y ganarlo. No es Paramount Comedy, pero cuando el jurado tenía la mitad de mi edad, también tiene su mérito.

He aquí, recordado de memoria, lo que dije en su momento: 

El manga y el anime son para jóvenes. Y se sabe que es para jóvenes cuando el noventa por ciento de las historias empiezan así: “José Luis era un corriente alumno de instituto de Tokio, cuando de repente...”. Vale, puede que no sea exactamente así ¡hace tanto que dejé el instituto!



Pero una vez que están en el instituto empiezan a pasarles cosas raras. Cosas raras como que por ejemplo, un chaval que no levante un palmo del suelo se acerque y te diga: “señor, se ha producido un asesinato, el asesino es ese, y le mató cortándole la cabeza con un ancla...”. ¿Y qué haces tú en ese momento? Pues decirle, muy despacito para que no se ponga nervioso, “claro, claro, chavalín, ahora quédate ahí sentadito mientras llamo a la Policía”. Porque no sé vosotros, pero un niño hablando de asesinatos con anclas muy, muy normal no me parece.


Y a todo esto, ¿cómo es posible que nadie se haya dado cuenta de una cosa? Si cada vez que ese niño va a un lado hay un muerto, con gente distinta, en lugares distintos, y lo único que no cambia es él... ¡coñes, es que él es el asesino! Luego convence a alguien para que se declare culpable... ¡así cualquiera!

Pero sigamos con los jóvenes. Otra cosa que hacen los jóvenes en Japón es jugar al fútbol. Pero no jugar al fútbol como lo hacíamos nosotros, que le dábamos patadas a todo hasta meter gol, y entonces los otros salían corriendo detrás diciendo que no, seño, que no vale. No; el fútbol en Japón es distinto; antes el delantero iba siempre sólo, levanta la pierna, la mantiene en el aire... piensa en los rivales, en sus compañeros, los entrenamientos bajo la nieve, su madre.. y unos cinco minutos después, cuando todo el mundo se ha dormido, tira a puerta y claro, gol. El portero siempre intentaba disculparlo diciendo que no, ha sido el tiro del tigre y no sé qué.... Tío, que te has quedado dormido, reconócelo. No es malo, a mí también me pasaría, pero que te has dormido.



Sin embargo, ahora no, ahora el delantero sigue llegando solo a la portería, pero ahora, ¡invoca un dragón azul ascendente mirando a Cuenca que coge el balón con los dientes, remonta hasta las nubes y se lanza contra el portero! y entonces, el portero ¡saca un superescudo irrompible de titanio divino del tamaño de un tanque! ¡el dragón choca contra el escudo, pero se rompe, y gol...!

Ante estas cosas, uno sólo puede pensar una cosa: ¿qué se han tomado los espectadores?


Tío, ¿lo has visto? ¡el niño ha invocado un dragón azul ascendente mirando a Cuenca que ha cogido el balón con los dientes!”

¡Sí, tío! ¡Y el portero ha sacado un superescudo irrompible de titanio divino, que ha chocado con el dragón y se ha roto!”


Pero si lo hemos visto: el chaval ha tirado casi sin querer y el portero se ha apartado para que no le diera. Me dan ganas de decirles: “¿veis a ese niño de ahí que habla de muertos y anclas? pues iros con él un rato a haceros compañía”.


Sin embargo, la prueba más evidente de que el manga y al anime son para jóvenes es que cuando ahora veo a un chico de 12 años diciendo: “señor, señor, yo puedo salvar al mundo jugando al fútbol con mis amigos...” Lo primero que me sale es: “sí, sí, niño. Ahora, que venga tu padre y me lo cuente.”


Muchas gracias.

Pues eso, que muchas gracias por seguir leyendo (espero).