Hace mucho, mucho tiempo, en Japón, las editoriales decidieron crear revistas para dos públicos distintos: chicos y chicas. Siguiendo las pautas socioculturales de la gran parte de la humanidad, los responsables decidieron meter en las revistas "para niñas" historias sobre magia, amistad, brujitas, romances, etc. Y en las "para niños", acción, aventuras, peleas, deportes, etc. Tampoco es que innovaran mucho, porque "romance para chicas" y "acción para niños" es más viejo que el tebeo. No hay más que fijarse en los quioscos nacionales. Desde luego, nadie dirá que el "Loka Magazine" o el "Superpop" estén dirigidos a niños...
Pero sigamos con Japón. Las revistas siguieron así años y años, cada una manteniéndose en su línea. Pero a pesar de la férrea dirección de los editores -esa gente que suele salir en los mangas reclamando los editoriales y amenazando (o sufriendo) a los mangakas-, hubo dibujantes que se atrevieron a salir de las líneas. Después de todo, ¿por qué no puede haber un poco de acción en una historia de chicas mágicas? Y así nació Sailor Moon. ¿Por qué no puede haber algo de romance en las historias para chicos? Y así salió Touch