sábado, 25 de diciembre de 2010

Green Wood os felicita las fiestas

Las entregas del Salón del Manga creo que se quedarán donde se quedaron, puesto que ya dije todo lo que tenía que decir en la anterior. Además, ¿qué más dará? Mientras asistan miles de personas, le dará lo mismo a Ficomic. Sobre todo ganando casi mil euros por "stand" pequeño, y de ahí en adelante...

Así que hasta la próxima, un saludo de mi parte y de Hayate, el único shônen que no vende (bueno, ese y Gintama, todo hay que decirlo):

viernes, 12 de noviembre de 2010

XVI Salón del Manga (I): pongamos que hablo de Ficomic

Como este año tuve la posibilidad de acudir desde el primer hasta el último día del Salón, tengo información de sobra que puedo ir desgranando en sucesivas entregas. Al menos, fotos hay de sobras.

En esta primera entrega, presento las fotos del jueves-viernes, cuando todo estaba aún por montar...


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Aquí los puestos, montándose a toda velocidad, a horas escasas de la apertura.

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Y finalmente, el mismo viernes, con los visitantes que ya abarrotaban las "calles" del salón.
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Impresiones de ese momento: había menos puestos que el año pasado, y si añadimos que había cuatro puestos de dos empresas distintas de "restauración", significa que la crisis también golpea al mundo del manga. Ahora, sigo esperando la relación entre "Salón del manga" y "chucherías" o "fondué de chocolate". Las tiendas de prenda románica, perdón, gótica, todavía tienen su relación -tangencial-, pero... ¿han hecho un manga de gominolas y yo no me he enterado? Pasmado me hallo, e incluso me encuentro.

Como bien sabemos, el primer día -que suele ser laborable- es el momento adecuado para encontrar todas aquellas rebajas, oferta y firmas de autores. El sábado y el domingo, las afluencia masiva de gente arrasará con todo lo que no esté clavado en el suelo.

Y esto me da pie a hablar de Ficomic. Dejemos a un lado que se resista a trasladar el evento a una localización más amplia; al menos, hasta que tenga un metro en la puerta. No, eso no se lo reprocho, ya que el Ayuntamiento de Hospitalet está claramente encantado con tener la visita de decenas de miles de otakus (otakus, viejotakus, japanófilos, familias despistadas, colegios...) una vez al año, que por lo menos disparan la recaudación del centro comercial de la Farga en un amplio porcentaje. No se puede pensar otra cosa cuando Hospitalet pone a su disposición un cine, un pabellón... e incluso un servicio de autobuses gratuito.

La mayor crítica que se le puede hacer a Ficomic es que, en pocas palabras, le es indiferente lo que ocurra dentro del salón, o fuera. Si un puesto paga su dinero, puede vender productos piratas... pero los aficionaodos no pueden vender de segunda mano. Si a alguien le roban la recaudación, o a un puesto los productos que vende, mala suerte; el seguro obligatorio, al parecer, sólo cubre los datos causados por lluvias de meteoritos sobre la Farga (ojo, NO colonias espaciales). El pabellón - escenario se satura en los concursos de cosplay o los conciertos, pero no se pueden usar las gradas... ni los aseos del mismo.

Hacía un año que no venía al Salón, pero al menos en eso no había cambiado nada: el prestigio es para el Salón del Cómic. El Salón del Manga es, para Ficomic, una reunión de "dibujos chinos" para sacar dinero.
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Continuará...

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Reseñas instantáneas cual rámen

Recién vuelto del Salón del Manga (16ª edición), he llegado a una conclusión: soy otaku/friki/japanófilo, manganimemaníaco y creo que palmaré siéndolo, aunque deba guardar mi bandera de Zion a buen recaudo. Pero antes de hablar de ello, llevaba unas semanas queriendo reseñar dos de mis últimas lecturas: por un lado, un libro y por el otro un manga.


La novela es Kokoro de Natsume Sōseki, padre de la literatura contemporánea japonesa, a principios de la era Meiji, que queda muy bien reflejada en el manga "La época de Bot-chan" (Jiro Taniguchi, ed. Ponent Mon). 

La historia de un joven estudiante que conoce a un hombre al admira, "sensei", que a través de su correspondencia le cuenta sus vivencias cuando era un universitario, hasta llegar al desenlace final, del cual no hablaré por si alguien se siente interesado en la misma.

Cuando estaba leyendo Kokoro, no pude evitar recordar obras de una época similar, como "Miau", de Benito Pérez-Galdós y "El árbol de la ciencia" (Pío Baroja). El estilo narrativo es similar, los protagonistas son similares e incluso la historia es similar. Resulta curioso que escritores tan similares puedan escribir de un modo tan similar.
Lo único malo que tiene es que, sinceramente, jamás me han gustado esas obras, ni cualquier otra con protagonistas deprimidos que se pasan la novela regodeándose en su hastío vital. Sōseki, Pérez-Galdós y Baroja serán y son grandes escritores, pero jamás, jamás han logrado interesarme.

Mi recomendación vital: si quieres saber lo que pasa en el mundo de "Kokoro", consigue "La era de Bot-chan", que está en oferta en cualquier tienda de cómics. Más didáctica, más comprensión y más escritores famosos por metro cuadrado.

Hablando de cómic, paso a la segunda reseña del día.

Soul Eater de Atsushi Okubo, el último éxito shônen (por el momento).

Cuando se reseña un manga, uno tiende a decir cosas como "empieza flojo, pero cobra fuerza según avanza la historia", lo que en realidad significa: "el comienzo es una birria".

La cuestión es que si ese es el caso, ¿merece la pena seguir, o no será mejor buscar otra historia cuyo autor sepa escribir desde el principio? En este caso la historia del primer tomo de Soul Eater se resume así: chicas enseñando cacho enfrascadas en confusas peleas de cazadores de almas, brujas, villanos, samuráis, ninjas, gatas, momias y monstruos varios.


Recomendación vital: que otro te convenza de gastar dinero en continuar esta serie. Yo me veo incapaz.



Pues eso ha sido todo: la próxima vez, hablaremos del gobierno... digoooo, del Salón del Manga.

viernes, 8 de octubre de 2010

Fin de semana... no muy japonés

Después de la anterior y breve interrupción geopolítica, volvemos a nuestra no-programación habitual...

Hace poco (lo que en este blog es entre unos meses y unas semanas) se celebró el tercer "Japan Weekend Madrid", o lo que es lo mismo, las enésimas jornadas de manga y anime.

Así que aprovechando que esta vez lo organizaban en el Pabellón de la Pipa en la Casa de Campo, decidí acudir. Por ganas de llenar líneas, éste pabellón recibe su particular nombre por, bueno, tener forma de Pipa, sólo hay que fijarse en el mapa:

En naranja, escenarios y sala de actos.


Y una vez dentro, ¿qué te encontrabas? Básicamente, esto: 


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O sea, puestos de asociaciones, tiendas, escenarios (el principal, el más vacío)... lo nunca visto.

Porque de las pocas diferencias con un Expomanga o unas Jornaicas zaragozanas es que éste "fin de semana Japón" lo monta una empresa [Jointo] con un aire de superioridad "nosotros sí que lo hacemos por y para el otaku" que particularmente me echa para atrás.

Porque está bien traer a los ganadores del concurso internacional de Cosplay, o a cantantes japoneses afincados en Grecia, u otra cantante cuyo mayor éxito fue el tema del Campeonato Japonés de Rugby de Instituto. Está bien organizar un concurso de cosplay cuya final se celebra en Sao Paulo (capital de Japón, de toda la vida)... pero por favor, no nos hagáis creer que es lo mismo que traer a JAM Project, Yoshikazu Yasuhiko o Izumi Matsumoto.

Qué queréis que os diga, me parece que la gente de Jointo ha visto un filón en esquilmar al aficionado prometiéndole calidad, autenticidad, cercanía... y luego ofrecer algo que no llega a mejorar al Expomanga que se celebró en los altos de la Estación de Chamartín. 

Y si de verdad quieren un "fin de semana japonés"... Haber empezado llamándolo マドリードの日本的な週末 (Madoriido no nihontekina shûmatsu). Aunque, no sé por qué, creo que los concursos de cosplay brasileños no son muy típicos de los fines de semana allá por Tokio.

martes, 21 de septiembre de 2010

Por un quítame allá unas islas

Vayamos al grano directamente: ¿cuánta gente de la que lee estas líneas se ha enterado del reciente conflicto diplomático entre China y Japón? 

Me imagino que poca, porque para eso hace falta que se den una serie de intereses poco comunes en el mundo que toca de cerca este blog: interés por la política, por la política exterior "ajena" y la historia internacional.


Pero después de todo, es bastante lógico. El manga y el anime son, en su mayor parte, un género  (con perdón) de evasión, no de ilustración. Los lectores de Rurouni Kenshin no aspiran a conocer mejor la historia japonesa, sino a distraerse con  una historia de un espadachín que quiere abandonar su pasado, pero éste no se decide a abandonarle. Si con ello se conoce un poco más lo que fue el fin del shogunado Tokugawa y la era Meiji, miel sobre hojuelas, pero no era ese su objetivo.


Volviendo a la cuestión de las islas, hagamos un resumen corto y conciso. Entre el archipiéalago de Okinawa (de donde salió el maestro Miyagi del "auténtico" Karate Kid, pero esa es otra historia) y Taiwán existen las islas Senkaku (Daioyu para los chinos), un nombre más bien exagerado par lo que es más bien un grupo de islotes.


Aquí el mayor de todos: cuatro kilómetros cuadrados, todos suyos.


Como la situación entre Taiwán, China y Japón es la que es, y sobre todo, hay sospechas de que las islas se encuentran sobre unas reservas enormes de gas y petróleo, sólo hace falta una chispa para que los ánimos estallen. 

En este caso en concreto han estallado cuando un pesquero chino fue invitado a salir de aguas territoriales japonesas por una patrullera y éste la abordó (que no es no saltar sobre ellos con un cuchillo entre los dientes, sino chocar), por lo que fue detenido y puesto a disposición judicial. Por supuesto, esta es la versión japonesa. La china dice completamente lo opuesto: el pescador fue "secuestrado" en aguas territoriales chinas por los japoneses. La versión taiwanesa dice, básicamente,"ahí me las den todas".

A todo esto hay que sumarle que precisamente ahora se celebra el 69º aniversario del Incidente de Mukden, una nadería que tuvo lugar en 1931 con el cual comenzó esa anécdota de la invasión japonesa de China y por ende, eso de la Segunda Guerra Mundial.  Resumiendo, que al hecho en cuestión se han sumado los recuerdos del imperialismo japonés; de ahí a las manifestaciones y a la suspensión de contactos de alto nivel entre ambos países, hay sólo un paso...


No se trata de decir quién tiene razón o deja de tenerla. Después de todo, este país que llamamos España tiene una larga historia de capturas de barcos pesqueros por estar donde no debían estar, o alguien decía que no debían, por no recordar el famoso incidente de Perejil, ridículo para algunas personas, pero muy comprensible para países donde cuando no son unos islotes, son otros.


No, mi objetivo es señalar cómo al consumir un producto cultural de un país, la mayor parte de sus aficionados suele obviar todo lo demás: cultura, historia, y, por qué no, política, quedan obviadas. No se trata de conocer el nombre de los gobernadores de las distintas prefecturas de Japón, ni que el "último samurái" fue en realidad un oficial francés que se parecía muy poco a Tom Cruise, pero al menos un mínimo interés por el país que "suministra" nuestra afición tampoco vendría mal. O si no, ¿qué derecho tenemos para pensar que somos mejores que el turista que llega a Japón pensando "Sony, ninja, playstation"?


P.d: el autor de Kenshin, Nobuhiro Watsuki, no ha vuelto a despegar desde entonces. Eso sí, las copias-homenajes de la Patrulla-X cada vez le quedan mejor...

viernes, 3 de septiembre de 2010

Cuestiones varias ¿hay algún dibujante en la sala?

Los que soláis leer esto os habréis dado cuenta del cambio de imágen. Me refiero al "sello" con el que firmo los comentarios en otros foros. No es que haya dejado de ser "zionista" (o sea, fan del Principado/Archiducado* de Zeon/Zion de Gundam), sino que he llegado a la conclusión de que el frikismo no merece la pena de ser confundido con un neonazi. Así que el cuervo (el emblema de un municipio, o así, de un país báltico) sustituye a la "no-cruz-gamada", y un problema más que me evito...




No es tan carismático, pero sí mucho menos polémico.

Ahora, la segunda parte de la historia. De la misma manera que entré en el mundo de la traducción a través de un enchufe, ha llegado el momento de devolver el favor. Pero ahora, en vez de traducir, se trata de dibujar. Sí, el responsable de una empresa de videojuegos en Japón me ha preguntado si conozco a algún dibujante que pueda trabajar con ellos. Quien esté interesado, que se ponga en contacto conmigo, añadiendo alguna muestra de su trabajo, para pasarlo a la gente en cuestión.

No sé cuánta gente leerá esto. No obstante, no esperéis verlo en muchas partes; como mucho aquí y el facebook...

* ¿Quién es el príncipe de Zeon? ¿Será un coprincipado como Andorra? Hasta los guionistas de Gundam pueden cometer los mismo errores que un occidental escribiendo sobre Japón con una enciclopedia de viajes como única fuente...


viernes, 27 de agosto de 2010

Cuando éramos japoneses

Siempre he pensado que un aficionado al manganime tiene (por lo menos) dos selecciones favoritas. La propia, cualquiera que sea su país, y la de Japón. Y seguramente la culpa de todo la tengan Oliver y Benji



Después de todo, cuando éramos niños, pasamos horas devorando los partidos de sus equipos, sus competiciones. Cuando llegó la hora de formar la selección nacional, recuerdo haber estado discutiendo con compañeros quienes tenían que formar el equipo, sus pros y sus contras. Y como en la serie jamás llegó a aparecer España (salvo una mínima aparición en un episodio), tampoco tuvimos que sufrir la derrota ante Oliver y compañía, ni mucho menos ver como Bruce Harper paraba un gol con la cara.

De ahí que viéramos con simpatía al combinado japonés, y eso que su participación en los mundiales se hizo de rogar. No fue hasta 1998 cuando lo consiguió por primera vez, cuando el mundial se amplió hasta 32 equipos y Asia dobló el número de plazas disponibles, de dos a tres y medio (ahora tiene cuatro y medio, gracias por preguntar). Ya habían pasado por lo menos 8 años desde el final de las aventuras de Campeones, pero aun así, algunos seguíamos viendo a la selección japonesa con simpatía.
Ayuda que nuestros equipos no se hayan enfrentado más que en categorías inferiores (con excelentes resultados para España, añado), ni hayamos sufrido derrota traumática contra ellos, como en el caso de Corea del Sur. Así pues, podemos decir que tenemos simpatía por Japón y nadie nos mirará más raro que si decimos que seguimos a los “all whites” de Nueva Zelanda.



Y sin embargo, tengo la impresión que esta simpatía ha ido desapareciendo según avanzan los años. Los deportistas del anime han dejado paso a otros héroes. Campeones es un objeto de nostalgia, no de admiración (que se lo digan a Glenat cómo le ha ido la venta del manga). Ahora son otros géneros los que mandan en la televisión, a pesar de unos cuantos ejemplos actuales. Recordemos que si existe el anime de Inazuma Eleven es gracias al éxito de sus videojuegos, no al revés, como pasaba con los (flojitos) juegos de Oliver y Benji, que apenas se atrevieron a editar en Occidente.

Cualquier parecido entre esta imagen y la anterior es... totalmente aposta, claro.


En la situación actual, pocas camisetas de la selección japonesa se ven ahora en salones del manga y eventos similares. Y viendo la cara de sorpresa de la gente al verla, uno se pregunta si es porque los aficionados de ahora creen que Japón es un lugar mítico de donde “salen” mangas y animes, no un país con su selección nacional y todo. Por mi parte, creo que jamás podré evitar sentirme un poco japonés cuando llega un campeonato del mundo...


P.d: adivinad quién compró una camiseta de Corea a pocos días del partido de infame arbitraje. Sí, el menda.
P.d2: en 2011 se juega la Copa Asiática, por si alguien quiere seguir los partidos de Japón.

martes, 11 de mayo de 2010

Curso de ética periodística para otakus



Imagen sin relación alguna, pero ¿a que es bonita?
Yo venía... yo venía pensando por el camino ahora voy a llegar a casa, me quito la ropa, me pongo el pijama y ya estoy... leyendo, pensando, admirando y escribiendo estás líneas.
Que me perdone la chirigota de Lo que diga mi mujer por copiarles la letra, pero es lo que ha pasado en realidad.
Uno estaba su último vistazo al mundo otaku en general antes de irse a la cama, a devorar las aventuras de los Normandos en Sicilia (estudiar historia puede ser mucho peor que seguir el manganime, lo aseguro), cuando de repente se encontró este titular: Japón considera nocivos el "yaoi" y el "shōnen-ai". Si no sabéis a qué se refiere, vuestro mundo no se ha perdido nada.

En todo caso, uno que se aburre mucho se pone a leer el artículo en cuestión y va viendo un par de hechos curiosos, y un par de decenas de comentarios clamando, en pocas palabras, por el exterminio de funcionarios japoneses en general, y los "censores" en particular. Vale, es una exageración, pero el artículo está tan lleno de ellas, que por una más no va a pasar nada.
La aburrida realidad
Vayamos a los hechos -dejemos el chiste de Jack el destripador para otra ocasión- Resulta que tras tan llamativo titular se esconde otra verdad, algo diferente: para empezar, no se trata de "Japón", sino de la prefectura de Osaka (una de las 47 que conforman el país nipón), que de acuerdo a las competencias que tienen transferidas, legisla sobre asuntos que afectan a su población. En este caso, un sector de la misma: los jóvenes; o mejor dicho, lo menores de edad.

El caso es que la prefectura de Osaka, en 1991 lanzó una ley sobre "la protección de los menores contra material dañino"; es decir, aquel que pudiera perjudicar su desarrollo psicoafectivo. Comprendo la indignación de algunos, ya que jamás en la vida, ni en lugar del mundo alguno se ha hecho algo parecido. Ah, que no, que en España también hay material prohibido a los menores.

Sigamos, resulta que la prefectura de Osaka publicó esa ley en 1991, y la modificó en el año 2003, y una vez más, para adaptarla a los tiempos modernos, el año pasado, 2009 (lo siento, pero no tengo más enlace que el japonés: Google es bastante decente últimamente). Y durante ese tiempo ha publicado avisos similares al que causa tanta indignación: concretamente varios en los años 2006, 2007, 2008, 2009, y este del que se habla ahora, de 2010.

Miremos los hechos en cuestión. ¿Qué significa que se incluya en esa lista? Significa que las revistas y material listado... no se pueden vender a los menores de edad. Sí, no es ni un secuestro de material, ni la censura del mismo. «Sólo» se limita la venta a mayores de edad, y los vendedores que se salten la prohibición pueden recibir graves multas. Eso es todo, ni más, ni menos.
Recomendaciones recomendadas
Siguiendo el espíritu de Caiga Quien Caiga he decidido terminar este artículo como hacian ellos en sus "cursos de ética periodística",  pero adaptado a este mundillo.
En vez del titular tal como estaba redactado, este inmodesto bloguero recomienda usar este otro, más ajustado a la realidad, si bien menos llamativo:
«Prohíben en Osaka la venta a menores de varias revistas "yaoi" y "shōnen-ai"». 

Ahora bien, si de lo que se trata es causar pánico, indignación, escándalo, masacre y aniquilación, entonces, muchísimo mejor esto:
«¡¡Los japoneses tendrán que pasar por encima de nuestros cadáveres para quitarnos el yaoi!!»

Y así, recomendando sin dudar la primera opción, damos fin a esta primera y apresurada entrega del curso de ética periodística. Quién sabe cuándo volverá...
[por pijoterismo: imagen (c) Mitsuru Adachi, Shogakukan Co. Ltd., etc. ]

viernes, 12 de febrero de 2010

¿Qué estoy haciendo ahora?

Parafraseando a Larra, hago informes, hago traducciones, hago viajes, hago que hago... en fin, que no paro de hacer cosas... y algunas de ellas no tienen que ver con el blog.


No obstante, he pensado en aprovechar estos momentos de tiempo libre (iba a poner "asueto", pero tampoco hay que exagerar tanto) para señalar el último "ending" que he oído, visto e incluso escuchado. Mientras las series de animación occidental se limitan a sacar títulos de crédito...

...los japoneses usan esta canción para terminar los episodios de una serie infantil de fútbol:

... ¿qué niño de hoy en día no recuerda los éxitos de los 70? Vale, ninguno.



Y , aun así, la verdad es que no queda nada mal.