viernes, 12 de noviembre de 2010

XVI Salón del Manga (I): pongamos que hablo de Ficomic

Como este año tuve la posibilidad de acudir desde el primer hasta el último día del Salón, tengo información de sobra que puedo ir desgranando en sucesivas entregas. Al menos, fotos hay de sobras.

En esta primera entrega, presento las fotos del jueves-viernes, cuando todo estaba aún por montar...


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Aquí los puestos, montándose a toda velocidad, a horas escasas de la apertura.

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Y finalmente, el mismo viernes, con los visitantes que ya abarrotaban las "calles" del salón.
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Impresiones de ese momento: había menos puestos que el año pasado, y si añadimos que había cuatro puestos de dos empresas distintas de "restauración", significa que la crisis también golpea al mundo del manga. Ahora, sigo esperando la relación entre "Salón del manga" y "chucherías" o "fondué de chocolate". Las tiendas de prenda románica, perdón, gótica, todavía tienen su relación -tangencial-, pero... ¿han hecho un manga de gominolas y yo no me he enterado? Pasmado me hallo, e incluso me encuentro.

Como bien sabemos, el primer día -que suele ser laborable- es el momento adecuado para encontrar todas aquellas rebajas, oferta y firmas de autores. El sábado y el domingo, las afluencia masiva de gente arrasará con todo lo que no esté clavado en el suelo.

Y esto me da pie a hablar de Ficomic. Dejemos a un lado que se resista a trasladar el evento a una localización más amplia; al menos, hasta que tenga un metro en la puerta. No, eso no se lo reprocho, ya que el Ayuntamiento de Hospitalet está claramente encantado con tener la visita de decenas de miles de otakus (otakus, viejotakus, japanófilos, familias despistadas, colegios...) una vez al año, que por lo menos disparan la recaudación del centro comercial de la Farga en un amplio porcentaje. No se puede pensar otra cosa cuando Hospitalet pone a su disposición un cine, un pabellón... e incluso un servicio de autobuses gratuito.

La mayor crítica que se le puede hacer a Ficomic es que, en pocas palabras, le es indiferente lo que ocurra dentro del salón, o fuera. Si un puesto paga su dinero, puede vender productos piratas... pero los aficionaodos no pueden vender de segunda mano. Si a alguien le roban la recaudación, o a un puesto los productos que vende, mala suerte; el seguro obligatorio, al parecer, sólo cubre los datos causados por lluvias de meteoritos sobre la Farga (ojo, NO colonias espaciales). El pabellón - escenario se satura en los concursos de cosplay o los conciertos, pero no se pueden usar las gradas... ni los aseos del mismo.

Hacía un año que no venía al Salón, pero al menos en eso no había cambiado nada: el prestigio es para el Salón del Cómic. El Salón del Manga es, para Ficomic, una reunión de "dibujos chinos" para sacar dinero.
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Continuará...

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Reseñas instantáneas cual rámen

Recién vuelto del Salón del Manga (16ª edición), he llegado a una conclusión: soy otaku/friki/japanófilo, manganimemaníaco y creo que palmaré siéndolo, aunque deba guardar mi bandera de Zion a buen recaudo. Pero antes de hablar de ello, llevaba unas semanas queriendo reseñar dos de mis últimas lecturas: por un lado, un libro y por el otro un manga.


La novela es Kokoro de Natsume Sōseki, padre de la literatura contemporánea japonesa, a principios de la era Meiji, que queda muy bien reflejada en el manga "La época de Bot-chan" (Jiro Taniguchi, ed. Ponent Mon). 

La historia de un joven estudiante que conoce a un hombre al admira, "sensei", que a través de su correspondencia le cuenta sus vivencias cuando era un universitario, hasta llegar al desenlace final, del cual no hablaré por si alguien se siente interesado en la misma.

Cuando estaba leyendo Kokoro, no pude evitar recordar obras de una época similar, como "Miau", de Benito Pérez-Galdós y "El árbol de la ciencia" (Pío Baroja). El estilo narrativo es similar, los protagonistas son similares e incluso la historia es similar. Resulta curioso que escritores tan similares puedan escribir de un modo tan similar.
Lo único malo que tiene es que, sinceramente, jamás me han gustado esas obras, ni cualquier otra con protagonistas deprimidos que se pasan la novela regodeándose en su hastío vital. Sōseki, Pérez-Galdós y Baroja serán y son grandes escritores, pero jamás, jamás han logrado interesarme.

Mi recomendación vital: si quieres saber lo que pasa en el mundo de "Kokoro", consigue "La era de Bot-chan", que está en oferta en cualquier tienda de cómics. Más didáctica, más comprensión y más escritores famosos por metro cuadrado.

Hablando de cómic, paso a la segunda reseña del día.

Soul Eater de Atsushi Okubo, el último éxito shônen (por el momento).

Cuando se reseña un manga, uno tiende a decir cosas como "empieza flojo, pero cobra fuerza según avanza la historia", lo que en realidad significa: "el comienzo es una birria".

La cuestión es que si ese es el caso, ¿merece la pena seguir, o no será mejor buscar otra historia cuyo autor sepa escribir desde el principio? En este caso la historia del primer tomo de Soul Eater se resume así: chicas enseñando cacho enfrascadas en confusas peleas de cazadores de almas, brujas, villanos, samuráis, ninjas, gatas, momias y monstruos varios.


Recomendación vital: que otro te convenza de gastar dinero en continuar esta serie. Yo me veo incapaz.



Pues eso ha sido todo: la próxima vez, hablaremos del gobierno... digoooo, del Salón del Manga.